jueves, septiembre 11, 2014

ONCE DE SEPTIEMBRE

Era una mañana como ésta en la que escribo desde el sur, cercana a la estación más colorida del año y Chillán luce en septiembre, un paisaje claro y floresciente. Como niño mi único pensamiento estaba en la pelota, en los juegos de la calle, las bolitas, las polcas, la rueda, los carritos, etc. Pero esa mañana del martes 11, tuvo una condición especial, recuerdo nuestra casa iluminada por los rayos de sol en la ventana del living, con el resplandor que nos regalaba un día de septiembre, de repente mi madre empezó a hacernos callar para escuchar la radio, supongo que sería más por la costumbre o porque simplemente la TV no informaba. Alrededor de las 10 de la mañana, mi madre lloraba y caminaba en la casa para distintos lugares, nerviosa, temblorosa y vociferando en voz baja por los traidores, desde los vecinos, un matrimonio joven de tibios e ignorantes comentarios, avivados por el miedo y la propaganda orquestada del poder fascista, ad-portas de instalarse en Chile por ya más de cuatro décadas, hasta los malvados militares traidores a la patria. La Señora Hilda una insistente luchadora de la población, con activa participación en la junta de vecinos, la JAP, el centro de madres y el comité Sur Oriente, trataba de reunir a sus 5 hijos, tener el control en la casa y comenzaba lentamente a ver como el castillo de naipes se venía abajo, como probablemente los más relucientes años de su vida, los de mayor esperanza, se derrumbaban con la noche que empezaría a caer, la oscura noche que inundaría el país por décadas.

En la población Sarita Gajardo, ocurrió la primera Toma de casas realizada en Chile, no es poco decir, pues el comité Sur Oriente formado al amparo y apoyo de la Coravit, tomó la decisión en  el año 70  _cercano a las elecciones presidenciales_, corrió el rumor que aquellas casas asignadas al comité, serían entregadas a miembros de la Democracia Cristiana _trabajadores y ejecutivos de la empresa IANSA_, si eso era efectivo en su totalidad no se supo, aunque una parte de aquellas viviendas en efecto se entregaron a trabajadores de esa empresa en Chillàn. La toma se realizó con bastante disputa entre las fuerzas policiales instruidos por el gobierno de Frei que terminaba y los dirigentes del comité, en los que se contaban baluartes como Doña Panchita, Don Lucho y  la Sra Hilda. Pasaron dos meses entre la elección de Allende y la toma del poder por parte del gobierno popular, tiempo en el que nadie podía salir de la casa, pues inmediatamente corría el riesgo de perderla, podría ser ocupada por las autoridades de entonces y carabineros que las rodeaba. De esta manera el comité Sur Oriente, había tenido un curriculum activo en la revolución socialista de la UP. El Golpe se apuntaba como la posibilidad de venganza por parte de los “momios”, enemigos acérrimos de los “Upelientos”.

Mamá no preparó el almuerzo, tampoco fuimos a la escuela. Cerca de las 2 de la tarde, cuando se confirmaba el asesinato de Allende, el bombardeo a la Moneda, el  último discurso; la carga emocional, el desgano, la tristeza, el letargo, todo junto cayó en la casa de calle Obrien 206. Recuerdo a mi madre sentada en una silla al sol por un par de horas, tal vez viviendo uno de los momentos más tristes de su vida, brazos caídos y la mirada perdida en un horizonte que desaparecía como algunos de sus amigos que ya no volvería a ver, porque los embargó el miedo, porque partieron a un exilio o autoexilio o simplemente porque desaparecieron. La muerte del compañero presidente, ese que ella vío y saludó, con el cual había participado en sus campañas, que habían compartido los sueños de un país donde los pobres tuvieran una vida digna, un país donde el ser humano compartiera equitativamente derechos y deberes. Como una pesadilla terrible, cayó la tarde y el día se nubló como el más horrible presagio de lo presencia de lo peor del ser humano.

Yo no salí a la calle a pesar que no fui a clases, podríamos haber jugado toda la tarde, pero la instrucción de mi vieja era no salir, los niños en la casa, que razón tenía cuando dos días después pasaría ella misma el susto de su vida al informarle que uno de sus hijos yacía muerto en una cancha cercana a nuestra casa (estuvo a punto de suceder, de hecho en una situación idéntica asesinaron a 2 niños en Coquimbo), pero de esa historia del oprobio, el absurdo, la peor bazofia de la especie, el odio y la venganza de los adefesios que asumieron y apoyaron la dictadura, la dejaremos para otro momento.

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