martes, febrero 23, 2010

Los insufribles '80s.

Pareciera que vivimos en los ’80 aún veo ciertos rasgos de retardo mental de esta sociedad sudaca que inevitablemente me recuerdan aquellos años.
Tal vez no exista un país tan propicio como esta larga y angosta faja de maniaco depresivos, para engendrar y mantener las larvas del autoritarismo, la adicción al mal gusto y la ansiedad por el consumo.
Sin duda los ’80 son el comienzo de la sociedad de consumo masivo, el palacio impuesto por wall street cayéndose a pedazos, dejando una recesión brutal, que permitía a los agoreros y truhanes de la derecha chilena, endilgarse mayores fortunas sin ninguna regulación posible gracias a la ignominia milica que no sabía pa’ donde iba esta micro; no así la alta alcurnia que tiene sus futurólogos “siempre listos” para provocar y aprovechar los rumbos. Producto de la misma recesión, los asiáticos ni tontos ni perezosos empiezan a reconvertir sus economías y a usufructuar de sus volúmenes de mano de obra increíbles y a producir cuanto plástico se les ocurra.
Como siempre el pan y circo nunca viene mal para mantener al popolo adormecido, de ahí que la música como agente distractor (léase destructor en algunos casos), pasa a ser un agente activo en los distintas fases que adopte la masa en sus movimientos, tanto encendiendo como apagando la mecha.
Estas “re-sentidas” y sueltas frases son para referirme al “movimiento musical” ochentero, aunque para eso será necesario ubicarse primero en el contexto social y político, en que escuchábamos estos fantásticos hits de los ochenta y que para lo cual hoy, se han diseñado radios exclusivas, clubes, fiestas y todo un merchandise consumista de reflote, convirtiéndose en un aciago retro, con niveles de encendida moda.
La década de los ochenta nos trae una abismante recesión, miles de personas perdiendo sus empleos, quiebras de empresas estatales para ser compradas a precio de huevo por los parientes y amigos del dictador y las doscientas familias de siempre, más algunos aparecidos que ya habían partido a Chicago a la misma escuela de Obama, para refundar el país que administrarían hasta estos días con inusitada eficiencia, los mismos que rasgaban vestiduras para eliminar la dictadura. En aquella década el país quedaría sumido en la mayor de las deudas externas que haya sufrido antes, para pagar entre otros a los banqueros, que se buscarían nuevos negociados mientras le arreglaban la bolsa. Algunos introdujeron fetiches y dulces macabros como las tarjetas de crédito, el transbank, y toda suerte de adminículos y equipamiento asiático, principalmente muchas teles, teles por todos lados, “7 de cada 10 familias” que con la gran ayuda de la “sociedad del crédito tendría su Antú, Boloco, IRT, etc (el primer instrumento fueron unos vales que las tiendas entregaban a ciertos cliente que repartían formando una red comercial).
La cajita de la estupidez era una herramienta fundamental para difundir el engaño y el atontamiento de los pobres robots, que con increíble y vago intelecto se pegaban a Heidi, el chavo del 8, Don Francisco, y Henrrique Maluenda, para esperar 60 mentiras por minuto, el coronamiento al oprobio del periodismo, que poco a cambiado en algunos círculos.
Sin embargo el otro Chile el subte, el de los marginados y las ollas comunes, el de las protestas, que a riesgo de sus propias vidas, conseguían alguna literatura o discos que pudieran mostrarle el otro lado de la realidad, se mantenía ahí en las Universidades y en las poblaciones, preparando las molotov y las cadenas para los apagones que empezarían a remover el piso a la dictadura.
Obviamente lo que transmiten hoy, algunas lindas e ignorantes actrices en la radio ochentera, es precisamente la historia oficial, aquella música que nada tendría que ver con el país B, claro aquella del pan y circo la que se podía bailar, bailar, bailar y bailar en las “Discos”… Ha salido un nuevo estilo de baile y yo no lo sabía…
Sin duda esa década con sus pelos glam y sus sonidos de pésima factura experimentando los sampler, no guarda los mejores pasajes para la música chilena y latina en general, hasta Charly se tiene que haber tirado del piso 8, después de escuchar sus pavorosos pulsos arrítmicos y sonido de maquinas industriales en decadencia, tal vez lo único que justifique tanto mal gusto es la prueba, ensayo y error, mucho error y poco ensayo.
Ni hablar del mal llamado “rock latino”, como muchas cosas en este país tan bueno para motear las tendencias, porque si no salió de acá el apelativo, seguro que de algún productor en Miami que algo tendría que ver con las dictaduras del cono sur, me imagino hoy la cara de Cerati viéndose con sus pelo a lo Robert Smith cantando para la dictadura en Viña del Mar, la fiesta de Baco por excelencia de las dictaduras, el glamour fetichista de la farandula miliquera en los años 80’, Andy Summers (The Police), explica que después de venir a Chile el ‘82, en todas las conferencias de prensa le preguntaban del porque habían venido a cantar a la fiesta dictatorial, recién ahí se dieron cuenta del veto internacional que se había instaurado con Pinochet en Chile, Andy dice… “la verdad es que en esos años lo único que veíamos era mucha cerveza y chicas por doquier”. No creo que haya algo peor en la historia musical de Chile que los éxitos de Miguelo, los amigos del FU (Frente Universitario) en la Universidad Austral, Aterrizaje Forzoso o todos los pendejos de Vitacura y las Condes con sus Casio y sus guitarras compradas en Miami, tratando de tocar. La antología del mal gusto, pasando por Aparato Raro, Cinema, Pancho Puelma, Scaramelli, Viena, Cabe dejar al margen algunos lunares como Upa o Emociones Clandestinas, que entre el cariño malo de Conce y Matucana 100, trataban de salvar a la cuiquería del mal sonido.

Muy poco para rescatar, algunas memorable tardes de hard, Punk y Trush en el Manuel de Salas con Tumulto o Arena Movediza, bandas de los 70 aperrando con los Riff, hasta más no poder. Es increíble, pero si hay algo que se pueda antologar como movimiento musical en Chile fue precisamente el Canto Nuevo, hoy enterrado por la misma producción que necesita estupidizar al oyente y porque no decirlo por algunos también snobistas de estos mismo músicos, que veían al movimiento de la canción nueva como un competidor de público y producción, visión que según mi punto de vista es sesgada, toda vez que los sonidos acústicos o enchufados que reclamaban un espacio en la cultura y para la libertad, no tenían nada de arcaico o monótono, me parece que Santiago del Nuevo Extremo, Swenke & Nilo, Moraga, Peralta o el Payo Grondona, son músicos y compositores de excepción con un aporte impensado en la huella dejada como movimiento por el Canto Nuevo y su poesía, nunca tuve problemas entre Marcelo Nilo y Carlos Cabezas en un solo cassette, así es que no compartía ni comparto ciertas aversiones de tinte snobista frente a las corrientes de esa época.

Aunque en todo oscurantismo hay algunos que caminan hacia la luz, así podría destacar algunas bandas Pop como la Banda 69, Emociones Clandestinas, Upa y ciertamente los Prisioneros por supuesto, por nombrar algunas conocidas y que a mal traer llegaron a la radio con la sola excepción de los chicos de San Miguel, quienes sobrepasaron todos estos límites. Considero a Sexual Democracia una Banda casi de los 90 y por eso no la incluyo, pero mis respetos para Barriga y sus Boys. Cabe destacar que en los espacios de cultura popular fue donde más se manifestaron las expresiones de talento, ahí podemos mencionar a De Kiruza o Mauricio Redoles como próceres hacia la segunda mitad de la década. Además del movimiento Punk, con Fiscales y Los Pinochet Boys o Vandalik y otros, que a punta de clavos y bototos intentaban liberarse.

Quiero dejar 2 lineas especiales para “Electrodomésticos”, Cabezas y Paredes, rompieron como próceres dadaístas con su paisaje sonoro, aplicando un concepto político-cultural en la época, dejando una huella imborrable en el under chileno y en la cultura de las maquinas en la música, al parecer se nota que Electrodomésticos fue un fetiche muy apetecido por la especie contracultural que habitaba en esos años. Lo mismo ocurrió con “Corazón Rebelde” que mucho menos conocido en Chile entregaba las señales del punk-latinas desde Francia, disco que aun escucho con agrado y letanía.

Las tendencias en el globo en general no eran muy alentadoras, toda transición tecnológica conlleva tal vez un receso, las compañías de instrumentos prueban sus máquinas y promueven sus equipos con algunos músicos que van asegurados en las ventas de promoción, así escuchamos algunas corrientes como la New Wawe, el pop, y ciertamente la música disco, hasta algunos famosos del progresivo como Mike & the Mecaniscs o formaciones con músicos de renombre contratados por marcas, estas tendencias que por lo demás no marcaban sintonía acá, daban cuenta de cierta decadencia en algunos de los sonidos programados en estos instrumentos, que chorreaban adrenalina y drogas químicas en las disco gay, con la mezcla de música negra y plataformas programadas con platillos de aplauso y disfraces de íconos de la cultura gringa, en la justamente famosa música Disco.

La influencia del destape Gay en esta década también aporta un factor a cierta siutiquería y exceso que el mundo rosa, desprende en su aureola de glamour fetichista permítaseme decirlo, de “dudoso gusto”, sin caer en la homofobia nazy y/o racista de los también dudosos machitos, pues la oposición a lo anterior claramente aparece por fenómenos como las Yeguas del Apocalipsis, un símbolo histriónico y revolucionario colocado en la historia de los 80 por Pedro Lemebel y Cía.

Es verdad, con gran estoicismo algunas bandas mantuvieron el Rock afirme, nace el metal y el Pop arremete con más fuerza ante la comercializante fabrica de música disco, el punk se consolida como la protesta y el Metal aporta a través del Trush y los sucesivos sonidos, la fuerza necesaria para remover las cabezas de los rebeldes. Me parece que la década de los 80 fue mundialmente un periodo de transición y de cierto oscurantismo, por lo crítico de la guerra fría en sus finales, por lo tanto sería la contracultura la que marcaría los espacios creativos, así pues todos los buenos temas que llegaron a los ranking y fenómenos musicales comerciales de la época estuvieron teñidos más bien por el esfuerzo de los creadores que por la industria musical, esta es la razón por la que creo que el remake de esta década no puede ser mostrado como la panacea de la creación y la polifonía de ritmos, haciendo de esto una moda que lo único que espeta es el mal gusto a lo fatuo, lo comercial y la superficialidad del experimento comercial. Está bien podemos escuchar, U2, Pólice, Guns& Rosses como las Bandas de estadio creadas para hacer dinero, destacándose como las más interesantes en lo masivo de la época, pero por favor, Erasure, Culture Club, Wham, A-Ha, De peche Mode, música bailable, toda bastante putaza que digamos. A esta época le denominan algunos el Ataque Gay de los ’80, la moda, los peinados, los sonidos, si no creen vean el Glam. En fin es verdad que no puedo hablar con total propiedad porque como dijo Pappo con sus vos ronquísima y pausada, “…esteee, no me gustó, no me gusta ni me gustará”. (hablando sobre Sui Generis). Escuche muchos Cassettes en los 80’ y vinilos, pero valga también decir que cuando algo te desagrada al oído no quieres escuchar, es una acción instintiva, la guerra contra el mal gusto la dimos desde las peligrosas trincheras de los departamentos culturales en la universidad y la música de raíz con algo de poesía, en las peñas o las fogatas, o desde los equipos 3 en uno escuchando a Black Sabath, Pink Floyd y Victor Jara. Hoy la cultura de Internet permite informarse mejor e incluso hurguetear en algunos registros de aquella época, pero transformar esto en moda y traerlo al presente, sólo denota la incapacidad e ignorancia para mostrar los progresos e interesantes movimientos actuales y recién pasados, como el rock alternativo y sus derivados y post-rock por ejemplo.