La memoria a veces o a medida que
pasa el tiempo, se va mellando y nos hace construir imágenes que son propias de
las teorías de Heinz V. Foerster, precisamente lo que él llamó constructivismo,
so pretexto de ser parte de esta experiencia, pero salvando las diferencia
necesarias para la enacción fenomenológica que hay en ella y las emociones, que
emergen con los recuerdos, puedo entonces contar esta historia con alguna
licencia para recrearla en la idea, prácticamente conversionista que encierra
en sí misma, como el espejo falso de Magritte, el cielo cabe en el ojo o lo
dicho por el mismo Fito, el mundo entero cabe en un canción.
Sin mucha idea turística sobre
que visitar en el gran Buenos Aires me fui a San Telmo, un barrio del casco
antiguo, con tanguerías y boliches donde los abuelos se sientan a jugar cartas,
o los estudiantes divierten a los pasajeros con unos pases de tango para
turistas, en los bares cercanos. Volvimos en la mañana, pues algo me atrajo de
ese lugar tal vez una estrella colgada en la placita de San Telmo, la última
estrella del Gran Buenos aires. A la
vuelta de la plazuela en la calle Alsina, una puerta rayada con infinitos
grafitis, pequeños o más grandes, revelaban la última casa de Luca Prodan, el
icono de mis años universitarios, el lider de la banda con mayor influencia en
mis 20 años, el poeta del exceso y una vida de rocker que nunca quiso; una de
las chicas que salía con Luca contaba que se iba en micro a los conciertos y se
encontraba con grupos de rockeros apandillados y comentaban… ¿eeh ché vos sos
Luca?_ si mirá yo voy a tu concierto_ vale loco ahí nos vemos entonces. Claro nunca
uso una limosina y su campera de cuero tenía más orificios que la puerta de su última
casa. Este mago extraño del revés, al parecer siempre estuvo en otro dominio… “Yo
estoy al derecho, dado vuelta estas vos…”. Llegué al lugar antes de ir a Talcahuano,
en el centro de Buenos Aires. La puerta estaba ahí, observé algunos grafitis,
pero algo me decía que ahí no estaba Luca, más bien la energía de sus cómplices
y la vibra de los incondicionales. En fin, tomamos un taxi es lo mejor en Buenos
Aires, si no conoces mucho los recorridos del Subte.
¿Y dónde van Ché?_, bueno a la
calle Talchauano, ahí la de los instrumentos musicales_ este de aquí es algo
lejos, pero mirá vamos por este recorrido que es más cerca _bueno gracias_. ¿Y estaban
en Alsina, saben que ahí estuvo la última casa de Luca Prodan, el líder se Sumo?,
¿en chile se conoce??_ Jaja, si claro estábamos viendo los grafitis en la
puerta_ y Uds. conocen la canción de Mañana en El Abasto? _ si claro_ bueno
pues vamos a pasar por el recorrido que escribió Luca cuando vivía en este
departamento en El Abasto. Mirá esta es la estación Carlos Gardel, porque este era
el barrio del morocho viste; cuando cerraron el Mercado del Abasto los bares
quedaron tristes y vacíos y bueno el pelado tenía esa claridad para describir
los paisajes viste. Trataba de poner atención a este taxista rockero que me
contaba la historia del Abasto con lujo de detalles, en cada verso que Luca
describía, más yo me perdía, en esa mañana de sol en Buenos Aires, viendo a José
Luis y su novia besándose, la calle con árboles y el sol de las 12 del día,
colando sus rayos por las rendijas de un hombre, sentado con su botella de
resero. Pero claro, eso siempre estuvo ahí, siempre ha estado ahí, en la
simpleza, Luca sólo tomo un lápiz y lo describió, Pettinato dijo, tuvo que
venir un italiano para enseñarnos el Abasto. El recorrido fue notable, no le
dije ni siquiera lo fans que era de Sumo, que tenía todos sus discos, que la
filosofía Luca me persiguió por años, en aquellos en que vivíamos en peligro,
en plena dictadura, mientras mis contertulios escuchaban Bob Marley, el Pueblo
Unido o The Cure, yo como DJ colocando: “Yo quiero a mi bandera planchadita,
planchadita, planchadita, planchadita, planchadita, planchadita…ti- ti-ta¡¡¡ _eeeh
saquen eso que es esa música buuuuuu. Jajaja, siempre será así, lo simple no se
ve a simple vista, menos a simple oído.
Me bajé de ese taxi con la
seguridad de que el espíritu de Luca me trajo en aquel auto, bajando del Olimpo para contarme como escribió esa
canción. La magia del encuentro cuando es una realidad espiritual y única en el
dominio de tus deseos y tus emociones, te pertenece y te atrapa como el manjar
más exquisito de la experiencia.
En estos días, en que se
conmemora la partida de Luca, el mismo en que dudo que alguien recuerde, al
igual como ocurriese en su momento con la idea rupturista y bacanal de sonido de
Sumo, pues me sumo a los que en algún lugar de su disquería o su experiencia musical,
atesoran el recuerdo vivo, de un gran master como Luca, el Van Go de los pinceles,
o el Cobain de Seattle, como decálogo de la autodestrucción, aquella filosofía
menos entendida y aceptada por los mortales. Esa misma, que prende mi oído en
la lírica y el pulso de Sumo y Luca Prodan, un ser tan extraño como sencillo,
tan simple como el hombre sentado allí, con su botella de resero.
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