Y que tal si un día de estos
te quedas sin artilugios,
sin internet,
sin el gato y tus perros,
sin tu mujer y tus hijos,
sin tu vecina y el cartero,
sin tu sofá y el control remoto,
sin la pandilla carretera,
sin la cama y el dormitorio,
sin las noticias o la tele,
sin las amigotas y la musiquita,
sin cigarros y revistas,
sin tu cuenta bancaria,
sin ley ni Dios que te ampare.
Que tal si un día de estos te asalta el vacío
y se queda a vivir un tiempo contigo,
sin estrellas en la noche y sol en la mañana,
sin colores sin amores,
sin paciencia o conciencia,
sin la oficina y sin el bar,
sin los libros y los discos,
sin cerveza o rock&roll,
sin pastillas para dormir,
sin supermercado y mall,
sin hospital o taxi,
sin la sombra de tus pinos,
sin estufa que encender.
Qué tal si un día de estos
tu silueta se diluye en un suspiro
y tu conciencia adopta el vacio
y te quedas dando vuelta en una órbita ingravital
y los días ya no transcurren ni consisten
y el tiempo desaparece,
se sumerge en la nada.
Que tal si no hay mensajes que contestar,
ni palabras que escribir,
ni movimientos para gastar,
ni fronteras que compartir o tocar.
Que tal si un día de estos te despiertas de una vez
y tomas conciencia que estar vivo,
es la experiencia mágica y sublime de estar,
el karma mayor del ser,
la encarnada inmanencia del azhar
enredándose en el misterio de existir.
Que tal si un día de estos te sientas a conversar
con los fantasmas de tu edad,
que tal si un día de estos,
hablamos en realidad,
de esta realidad.
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